-:- Simulacro de detención, órdenes de aprension marca ACME, juegos del hambre, eso es la Fiscalía -:-
Por Luis Mis- Gato Maya🐾
En este reino tropical donde el calor derrite la paciencia y la justicia se dobla más rápido que sombrilla en huracán, la Fiscalía de Quintana Roo acaba de lograr algo extraordinario: hacer que Isidro Santamaría Casanova parezca el hombre más cuerdo del estado.
Y créanme, eso ya es un mérito… pero no de él: es mérito del desastre institucional que tenemos.
Porque se necesita mucho talento para armar un operativo con doce hombres armados, seis vehículos —dos sin placas—, cero identificación, cero orden judicial y una carpeta de investigación con la misma sustancia que un algodón de azúcar: nada.
La Fiscalía no intentó detenerlo.
Intentó levantarlo.
Nomás faltó la música de narcocorrido y la camioneta con luces apagadas.
Porque lo que contó Santamaría en rueda de prensa no parece una defensa: parece un expediente completo pero contra la propia Fiscalía.
Nomás escuchen la joya:
—Le mandaron una carpeta sin folios.
¡ Sin folios !
¡Ni los alumnos más flojos entregan un trabajo así!
Uno diría que es error de becario, pero no: según el líder cetemista, la intención fue clara. Una carpeta hueca para un caso en donde no existe investigación alguna.
Pero lo más grave es que el líder cetemista lo dijo en su cara y sin temblarle la voz:
“No hay investigación.”
Y lo repitió como quien habla de un secreto a voces.
La Fiscalía, en vez de desmentirlo, decidió mandar un escuadrón improvisado, al mejor estilo de la burocracia tropical: armados hasta los dientes, pero con los expedientes desarmados.
Lo grave es que ni se identificaron, ni mostraron orden de aprehensión, ni acreditaron autoridad alguna. Ni un “buenas noches”, ni un “con permiso”, ni un “venimos por usted”.
Nada.
Un operativo tan ilegal que ni a los delincuentes reales les hacen uno así.
Un show tan torpe que ni las series baratas de narcopolítica se atreverían a grabarlo.
Y luego se preguntan por qué la gente sospecha.
Lo peor: quieren hacer pasar su desorden por justicia.
Y es que la Fiscalía jura que todo es “procedimiento”, cuando lo único que procede es que expliquen quién autorizó este circo, quién armó la carpeta fantasma y quién decidió que en vez de investigar era mejor improvisar.
Mientras tanto, Santamaría, lejos de esconderse, da la cara, acusa, exige y recuerda algo que a muchos funcionarios se les olvida: los derechos se ejercen, no se mendigan.
Y cuando el gobierno apuesta a que prescriban, es porque no tiene cómo sostener su propio cuento.
Y aquí viene el detalle que los tiene retorciéndose:
Santamaría exigió lo elemental: saber quién ordenó ese operativo y por qué.
Y luego soltó la frase que hizo brincar a más de uno en la fiscalía:
“Dígale a Raciel López que amarre a sus perros.”
Ufff.
Eso no fue una frase.
Fue un balde de agua helada sobre los que se creen infalibles.
Mientras la Fiscalía se entretiene fabricando persecuciones baratas, el cetemista exige justicia.
Y para cerrar con broche de hierro, hoy en la audiencia pública le hizo llegar a la Gobernadora un escrito donde detalla —uno por uno— los delitos en los que habrían incurrido tanto el fiscal de su caso como el Fiscal General.
Así, sin miedo, sin medias tintas y sin dejarles espacio para esconder la cola.
Lo único claro es esto: Santamaría está siendo perseguido, sí. Pero no por sus pecados, sino porque no se deja extorsionar y también les estorba.
Y cuando alguien estorba, la Fiscalía en vez de investigar… improvisa, en vez de ordenar… persigue.
Y en vez de aplicar la ley… - dice Santamaria - la inventa.
El problema para la fiscalía es que esta vez se toparon con alguien que no se esconde, que no se calla y que no se deja.
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